Resumen:

Hoy es 12 de octubre, mi día favorito del año. Hoy es mi cumpleaños. También es el aniversario de la llegada de Colón a América. Creo que es normal que yo sea profesor de español, ¿no? Nací el Día de la Hispanidad. Bueno, en el episodio de hoy de nuestro podcast para aprender español hablamos de la hispanidad y nos preguntamos de dónde era Cristobal Colón.

¿De dónde era Colón?

Cuando yo era pequeño, hace muchos, muchos años, Colón era, sin lugar a dudas, español.

Eso es, por lo menos, lo que leíamos en los libros y lo que aprendíamos en la escuela.

De vez en cuando algún profesor comentaba que en Italia se pensaba que era italiano, pero nadie se lo tomaba en serio. ¿Quién podía tomarse en serio un país en el que solo comen pizza y pasta?

Colón era español, tan español como la tortilla de patatas, la paella, el jamón Serrano o el peñón de Gibraltar.

Todo el mundo lo sabía. Los italianos también lo sabían, pero eran unos envidiosos que andaban siempre contando mentiras.

Es verdad que nadie podía realmente demostrar cuál era la nacionalidad de Colón. No hay documentos que puedan probar donde nació. Solamente hipótesis. Por lo tanto, y mientras no se demuestre lo contrario, para nosotros, Cristobal Colón era español.

Lo español era siempre lo mejor

Eran los años setenta y en aquella época la falta de pruebas o documentos no importaba. Lo importante era saberlo. Y nosotros lo sabíamos. Sabíamos que Colón era español de la misma manera que sabíamos que la selección española de fútbol era la mejor del mundo. Quizás no la mejor técnicamente, pero sí la que jugaba con más pasión.

El resto del mundo nos admiraba. Admiraba nuestra historia, nuestro sol, nuestro vino, nuestro arte, nuestro flamenco. Los hombres españoles eran los más valientes; las mujeres, las más guapas. Todo el mundo sabía que España era el mejor país del mundo y solamente los envidiosos podían pensar lo contrario.

Pasaron los años. Llegaron los años noventa. Vine a Londres y aquí me quedé a vivir y a trabajar.

Nadie es extranjero

Londres es una ciudad multicultural. Un “melting pot”, como se dice en inglés. Una ciudad en la que todos somos extranjeros y, quizá por eso, nadie se siente extranjero. Dar un paseo por una calle de Londres es como recorrer los cinco continentes. En cinco minutos cada mañana me puedo cruzar con una familia árabe, cuatro chicas asiáticas, un taxista de Afganistán, dos albañiles polacos, un camarero de Bulgaria y un grupo de chicos y chicas negros a la puerta de la Universidad, esperando para empezar las clases.

Durante estos años en Londres he conocido a muchos italianos. En esta ciudad hay muchísimos. De hecho, ahora la mayoría de mis amigos son italianos.

Aprendí italiano y me enamoré de una chica italiana morena. Con ella he aprendido que Italia es mucho más que pizza y pasta.

Y con ella también he aprendido que Cristobal Colón posiblemente se llamaba Cristoforo Colombo y que, posiblemente, era de Génova.

Pero lo más importante que he aprendido en todos estos años aquí en Londres, viviendo entre “extranjeros”, hablando otros idiomas y conviviendo con otras culturas, es que ya no me importa de dónde era Colón.

Ya no creo que todo lo español sea siempre lo mejor.

Y, además, la pizza napolitana me gusta tanto como la tortilla de patatas.

Solo en Londres: tortilla de patatas + pizza