Feliz Navidad, “cuñao”

Estamos en verano. Es el momento ideal para prepararse para las próximas fiestas de Navidad. ¿Piensas que es demasiado pronto? Ni hablar. El tiempo vuela. La Navidad está a la vuelta de la esquina.

Listen to Spanish podcast on Apple Podcasts
Listen to Spanish podcast on Apple Podcasts
Listen to Spanish Podcast Español Con Juan in Google Podcasts

Cursos para aprender español: https://bit.ly/2Zulbxf

Libros para aprender español: https://bit.ly/33jSy7Y

Recursos para aprender español: https://bit.ly/2pjLlpY

TRANSCRIPCIÓN

¡Cómo pasa el tiempo! ¡Qué locura! Ya estamos en mitad del año, ya ha pasado la mitad del año. ¿Os acordáis de la Noche Vieja pasada? ¡Pues ya han pasado más de seis meses! 

¡Parece mentira!

Ya no queda casi nada para el final del año. Ya mismo estamos otra vez deseándonos Feliz Navidad y Feliz Año Nuevo, comprando regalos estúpidos para nuestros amigos y familiares, pensando qué vamos a comer en Navidad o con quién y dónde vamos a pasar la Noche Vieja y lo más importante: de qué vamos a hablar con nuestro cuñado. 

Seguramente, muchos estaréis pensando, “¿Pero de qué está hablando este tío? ¿Qué cuñado? Yo me llevo muy bien con mi cuñado, es un tío muy majo”.

A ver, a ver, vamos a ver… En España se habla del “cuñado” (aunque normalmente se dice  “cuñao”) para hablar de esa persona de la familia que vemos de vez en cuando, muy de vez en cuando, normalmente cuando hay alguna celebración familiar. Le llamamos “el cuñado”, pero en realidad puede ser un primo, un tío, un sobrino, una suegra… alguien de la familia, pero alguien que no ves todos los días. 

Además, el cuñado es normalmente alguien que te cae mal, alguien con quien no te llevas bien. Lógico, por eso no lo ves a menudo. Si te cayera bien, lo verías a menudo, ¿no?

O sea, estamos hablando de alguien que no te cae bien, que tienes que ver por obligación en Navidad y en fechas así donde se supone que toda la familia tiene que reunirse y fingir que se quieren mucho y se echan mucho de menos.

En fin, en todas las comidas de Navidad hay un cuñado, ¿no? o quizás un primo o un tío que no vemos casi nunca y con el que no sabemos de qué hablar, ¿no? Pues, bien, ahora es el momento de pensar en temas de conversación para hablar con ese tipo de personas. 

Antes de ir a una fiesta, a una cena o a cualquier reunión con gente que no conozco bien, yo suelo hacer una lista de posibles temas de conversación. Quizás os parezca un poco raro, pero así evito los silencios embarazosos. No hay nada que me dé más angustia que estar con una persona y no saber de qué hablar o qué decir. 

Mis amigos dicen que soy muy raro, que no hay que hacer ninguna lista de temas, que hay que hablar con lal gente de lo que surja y ya está. Que hay que improvisar, vamos. 

¿Improvisar? ¡Ni hablar! Con una lista de temas interesantes en el bolsillo te sientes mucho más seguro. Así no tienes miedo de no saber qué decir o de qué tema hablar cuando te encuentras sentado al lado de ese cuñado o de ese primo que no ves casi nunca y con el que no sabes de qué hablar.

La comida de Navidad es uno de los momentos más angustiosos del año. El 25 de diciembre es ese día horrible en el que tienes que fingir que todo va bien, que te han encantado los estúpidos regalos que te han hecho tus sobrinos; que la corbata roja que te ha regalado tu suegra es maravillosa; que eres feliz, que te gusta tu trabajo, que sigues enamorado de tu mujer, que tus hijos son adorables, que tus sobrinitos son unos angelitos, que tu cuñado te cae estupendamente y que estás encantado de ver a la familia reunida un año más. 

¡Feliz Navidad!

Deberían prohibir la Navidad. Yo creo que va en contra de los Derechos Humanos y que de hecho  acabarán prohibiéndola, pero mientras tanto lo mejor es aceptar las cosas como son y prepararse lo mejor que uno pueda para la próxima comida de Navidad, para el próximo 25 de diciembre.

“¡Aún falta mucho!” me diréis. Ni hablar. No falta nada. El tiempo vuela y si no te das prisa te cogerá desprevenido, amigo.

Ahora es el momento de pensar en todas esas cosas, en todos esos detalles que pueden hacer que la comida de Navidad del próximo año vaya bien, sin problemas, o sea un auténtico desastre. 

Por ejemplo, tienes que pensar en qué le vas a decir a tu cuñada, de qué vas a hablar con tus suegros, cómo vas a reaccionar cuando abras los regalos y te encuentres un par de calcetines horribles que sabes, estás seguro, no te vas a poner jamás. 

Todo eso hay que prepararlo, no se puede improvisar, amigo. 

Yo os aconsejo, como ya os he dicho antes, una lista de temas de conversación interesantes, frases hechas del tipo “si puedes soñarlo, puedes hacerlo”, por ejemplo. Ese tipo de frases gusta mucho.  

También es útil preparar algunas exclamaciones para decir al abrir los regalos: “¡Qué bonito! ¡Es justo lo que necesitaba! ¡No tendrías que haberte molestado ¡Es el mejor regalo que me han hecho en toda mi vida!”

Todo eso hay que prepararlo con antelación, no se puede improvisar. Y el momento de hacerlo es ahora en verano. Si lo dejas para más tarde puede ser un grave error.

Luego están los regalos. No os quiero agobiar, pero si yo estuviera en vuestro lugar empezaría ya a pensar en los regalos de Navidad del próximo año. 

¿Demasiado pronto? ¡Ni hablar! Nunca es demasiado pronto para pensar en los regalos de Navidad para tu cuñado, tu prima, tu suegro, tus sobrinitos…

Cuanto antes se empieza, antes se acaba.

¡Además, ahora es el mejor momento para comprar corbatas, perfumes, bombones y jerseys de lana con dibujos de Papá Noel! Están tirados de precio, muy baratos. Ahora que la gente solo está pensando en comprar bañadores, toallas para la playa y camisetas de manga corta, los abrigos, las bufandas y los gorros de lana están tirados de precio, superbaratos. 

Chicos, hay que pensar fuera de la caja o, como dicen los ingleses, “out of the box”. Hay que tener un poquito de imaginación, ¿eh?

No os quiero agobiar, pero es que el tiempo vuela. La Navidad está a la vuelta de la esquina.

A mí me parece que fue ayer cuando estaba en casa con mi madre y le decía, “Mamá, mamá, ¿puedo salir a la calle con Miguelito y con Guillermito?  ¿Puedo ir a jugar con ellos al fútbol?” 

A mí eso me parece que fue ayer. 

Si cierro los ojos, casi, casi puedo ver a mi madre preparando el almuerzo en la cocina y diciéndome, “Bueno, pero no vayas a venir tarde que papá se enfada si no estás aquí a la hora de la comida!”

Luego abro los ojos y estoy aquí calculando cuánto me quedará de pensión cuando me retire y leyendo las etiquetas de la comida para ver si lo puedo comer o no. Me ha dicho el médico que tengo la tensión por las nubes.

No os quiero agobiar, pero … ¡El tiempo vuela! La vida pasa volando. 

Estoy seguro de que muchos estaréis pensando: “¿Por qué dices que ya queda muy poco para el final del año? No es verdad. Todavía queda mucho: queda la mitad del año, quedan seis meses todavía. ¡Aún queda mucho tiempo!”

Supongo que es como lo del vaso de agua, ¿no? Algunos, los pesimistas, lo ven medio vacío y otros, los optimistas, lo ven  medio lleno. 

Reconozco que yo soy muy pesimista. El sábado al mediodía, por ejemplo, me parece que el fin de semana ya se ha terminado. El sábado al mediodía me pongo tristísimo, me amargo pensando que ya solo queda un día para que llegue el lunes… 

Y el domingo, el domingo me parece el día más triste y deprimente de la semana. El domingo es la muerte lenta y agónica del fin de semana. El domingo, sobre todo el domingo por la tarde, me parece insufrible. Es un día para descansar, pero yo no lo disfruto, no puedo relajarme porque me lo paso pensando en el lunes… 

¡Qué rollo! 

O sea que, prácticamente, el único día que me gusta, el único día de la semana que me lo paso bien, el único día que me puedo relajar un poco es el viernes por la tarde. El viernes por la tarde, sí, porque el viernes la semana ya ha terminado y queda todo el fin de semana por delante. 

Ahora que lo pienso… Creo que yo vivo mucho anticipando el futuro, pensando en lo que va a pasar mañana, ¿no? 

Vivir así es un “sinvivir”… ¿Entendéis esta palabra? “Sinvivir” 

Se dice “esto es un sinvivir” cuando vivimos con una constante preocupación o con un constante dolor, con una constante angustia, estrés o ansiedad… 

Y eso es lo que me pasa a mí, que siempre estoy viviendo en el futuro, que siempre estoy angustiado pensando en todo lo malo que puede pasar mañana, en lugar de vivir lo que está pasando hoy…  Vivir así es un sinvivir. 

En fin, que vivo en una angustia permanente. 

Cuando voy al cine, en lugar de relajarme y disfrutar de  la película, me pongo a pensar en lo que voy a cenar después, cuando vuelva a casa. 

Cuando estoy leyendo un libro, en lugar de meterme dentro de la historia, me pongo a pensar en qué haré cuando termine de leerlo.

Cuando encuentro un nuevo empleo, en lugar de disfrutar de la experiencia, de los nuevos compañeros de trabajo, de las nuevas habilidades que estoy aprendiendo… me pongo a pensar en cuál será mi próximo empleo.

Cuando empiezo a estudiar un idioma, en lugar de disfrutar de la experiencia tan enriquecedora que supone aprender una nueva lengua, me pongo a pensar en qué otro idioma aprenderé después, cuál será la próxima lengua.

Total, que nunca estoy contento. Que siempre estoy pensando en el futuro. 

Lo peor es que me pasa lo mismo con el amor. Cuando conozco a una mujer, cuando empiezo una relación sentimental con una mujer, en lugar de disfrutar la vida junto a ella, me angustio pensando en qué haré cuando ella me deje, cuando se termine el amor, cuando ella se vaya con otro, cuando me engañe y se vaya con su amante… Porque, claro, dentro de mí estoy seguro de que ella algún día me dejará, me abandonará y se irá con otro. 

Vivir así es un sinvivir. 

Bueno, chicos, lo dejamos aquí por hoy. No os quiero aburrir más. 

Además, es que tengo que ponerme a escribir la lista de temas de conversación con mi cuñado para el próximo 25 de diciembre y comprar algunos regalos en internet. He visto unas zapatillas de cuadros marrones para la casa, aburridísimas, que pueden ser un buen regalo para mi suegro. Quizás se las compre. 

Bueno, chicos, lo dejamos aquí por hoy, ¿vale?. 

Eso sí, quiero dar las gracias a todos los que me apoyan en Patreon, en Paypal, a todos los que dejáis reviews en Apple Podcast, a todos los que leéis mis libros, hacéis mis cursos… Gracias a todos de corazón porque sin  vuestra ayuda no podría continuar haciendo los vídeos, y el podcast. 

¡Un abrazo a todos! Nos vemos… No, no nos vemos, nos escuchamos la próxima semana.