¿Tenemos demasiadas vacaciones los profesores?

 

Hola, chicos, ¿qué tal? ¿cómo va el año 2018? ¿Todo bien?

Ya han terminado las vacaciones. Ahora hay que volver al trabajo o a los estudios. A la rutina diaria. Bueno, yo ya he vuelto, ¿eh? Yo empecé las clases esta semana, ¿vale?

¡Qué cortas! ¡Las vacaciones me han parecido muy cortas! Estas tres semanas se han pasado volando…

Sí, ya sé lo que muchos de vosotros estáis pensando:

“¡3 semanas, 3 semanas de vacaciones! El tío ha estado tres semanas de vacaciones y todavía se queja.”

Lo sé, lo sé. Tengo mucha suerte, lo sé.

Muchos de vosotros habéis tenido tan solo unos cuantos días de fiesta, ¿verdad? Y yo, aquí, con tres semanas de vacaciones y quejándome.

Muchos de vosotros estaréis pensando que los profesores tenemos demasiadas vacaciones. Sí, eso es lo que mucha gente piensa, ¿no? Tres semanas en Navidad, un par de semanas en en Semana Santa y dos meses, más de dos meses en verano. ¡No es justo!

Bueno, quizás tenéis razón, no sé. ¿Tenemos demasiadas vacaciones los profesores? Bueno, yo no lo creo. Claro, yo soy profesor. ¿Qué voy a decir yo? No he conocido nunca a un profesor que diga que los profesores tenemos muchas vacaciones… Claro, es normal. Y yo tampoco lo voy a decir. A mí me encanta tener muchas vacaciones, lo siento, pero es así. Bueno, no lo siento, no lo siento en absoluto. Al contrario, estoy supercontento de tener tantas semanas de vacaciones.

La verdad es que si dejara de ser profesor y empezara a trabajar en cualquier otro lugar donde solo tuviese un mes de vacaciones al año, me deprimiría, me pondría muy triste. No sé si lo podría soportar. Las vacaciones son fundamentales para mí porque durante el resto del año yo no tengo tiempo de hacer nada más que trabajar. En vacaciones hago todo lo que no puedo hacer durante el resto del año, es cuando realmente vivo, es cuando hago realmente lo que me gusta, lo que me apetece: puedo leer, viajar, pasear en bicicleta, acostarme tarde, ir al cine… y relajarme, simplemente no hacer nada. Eso es lo que realmente me gusta más de las vacaciones: no hacer nada, pasar las horas muertas sin hacer nada. Simplemente dar un paseo por el campo, leer el periódico, tomar un café, pensar en las musarañas… Sí, eso es lo que más me gusta realmente: no hacer absolutamente nada. A veces ni siquiera me afeito. Me quedo en casa, me siento en el sofá y me pongo a ver algún vídeo o a leer algo…

 

¡A vivir que son dos días!

Y comer. También me gusta mucho comer. Antes de irme de vacaciones dije que en enero volvería más gordo porque pensaba comer muchos dulces de Navidad. Y he cumplido mi palabra, eh, he cumplido mi promesa: estoy más gordo que antes de la Navidad. Creo que he cogido unos dos o tres kilos. He comido mucho. Turrones, mantecados, chocolate, dulces… Pero no me importa. No me importa nada porque me lo he pasado muy bien, me he relajado y recargado las baterías. Como se suele decir: ¡a vivir que son dos días! ¿Conocéis ese dicho? ¡A vivir que son dos días! Hay que disfrutar cada día, mientras podamos, porque la vida es muy corta y nunca sabemos cuándo se va a terminar.

Por eso, no me importa nada haber engordado en Navidad. Pero, bueno, la Navidad ya se ha terminado. Ahora hay que volver a la rutina diaria, a las clases, a las prisas, a las preocupaciones, al estrés… me gustaría vivir sin preocupaciones, sin estrés… cuando estoy de vacaciones, especialmente cuando estoy de vacaciones en Navidad, al principio del año, pienso mucho en mi vida, en cómo puedo cambiar, en cómo puedo mejorar mi vida… Siempre hago muchos planes; hago lo que se llama “Propósitos de Año Nuevo”. De hecho hace un par de semanas hice un vídeo sobre mis propósitos para el año 2018. No sé si lo habéis visto.

Yo siempre estoy haciendo planes para el futuro. Soy una de esas personas que hace listas, listas de cosas que tiene que hacer, listas interminables de sueños por cumplir: dejar de fumar, hacer más ejercicio, dormir más horas, trabajar menos, leer más, pasar más tiempo con la familia, aprender un nuevo idioma, recorrer el mundo en bicicleta, viajar en globo…

En fin, las vacaciones de Navidad son una oportunidad para reflexionar sobre la vida, sobre nosotros mismos, sobre qué queremos hacer con nuestra vida…

Pero ya se han terminado, ya se han terminado las vacaciones, ahora hay que volver a la rutina diaria… tres semanas pasan volando. Seguro que muchos estáis pensando: ¡qué cara que tiene este tío! Tiene tres semanas de vacaciones y se queja! ¡qué cara!”

No, no me quejo, no me quejo, sé que tengo mucha suerte. Sé que hay gente que tiene muy pocas vacaciones. Como dije antes, yo no podría vivir sin mis vacaciones. Las necesito.

Es verdad que, comparados con otros trabajos, nosotros, los profesores, tenemos muchas vacaciones, pero es que, realmente, nuestro trabajo es muy intenso durante el resto del año.

No estoy de broma, ¿eh? Mentalmente, ser profesor es muy estresante.

Mucha gente piensa que ser profesor, especialmente ser profesor de español, consiste solo en ir a clase, hablar con los estudiantes un rato en español y ya está, nada más. No es así, queridos amigos, no es así.

 

Una clase bien hecha

Los profesores tenemos mucho trabajo antes y después de las clases. Una clase de español, una clase de español bien hecha, lleva mucho trabajo. No es fácil. Hay que preparar actividades, juegos, ejercicios de gramática, buscar artículos interesantes, crear audios, buscar vídeos en YouTube o quizás una escena de una película… hay que preparar los deberes, luego hay que corregirlos, claro; si, como es mi caso, se trabaja en una universidad, hay que crear los exámenes. Los exámenes tienen que estar muy bien hechos, tienen que ser perfectos porque la nota es muy importante para los estudiantes… en fin, que hay que hacer las cosas bien, con mucha responsabilidad. Y no se trata solo de entrar en una clase y ponerse a hablar en español. Y luego, luego hay que preparar el curriculum, el programa del curso, tener reuniones con otros profesores, contestar emails de estudiantes… el trabajo de profesor es realmente un trabajo que no termina nunca, invade el resto de tu vida, invade el resto de tu vida privada. Yo tengo que trabajar a menudo por la tarde, por la noche, el fin de semana… a veces me tengo que levantar muy temprano para corregir deberes, exámenes o para preparar una clase. A veces, contesto emails de mis estudiantes a las cinco o a las seis de la mañana…

En fin, que lo de tener muchas vacaciones es algo relativo. Mucha gente piensa que sí, que los profesores tenemos demasiadas vacaciones, pero realmente creo que son necesarias porque es un trabajo muy intenso. Y estoy hablando de ser profesor de español. Pero ser profesor en una escuela con niños o con adolescentes es muchísimo más difícil, mucho más complicado que ser profesor de español en una universidad. El trabajo de profesor de escuela, de maestro, con niños, con adolescentes, me parece uno de los trabajos más difíciles, de los que exigen una energía increíble.

Esos profesores, esos maestros se merecen, mucho más que yo, unas buenas vacaciones. ¡Qué poco valoramos o qué poco se valora el trabajo de los profesores de escuela o de los maestros! ¡Qué importante es y qué poco se valora!

Bueno, chicos, hasta aquí este primer episodio del año 2018 de nuestro podcast para aprender español. No sé si estáis de acuerdo con mis reflexiones. No sé si pensáis que los profesores tenemos muchas vacaciones o no. En fin, dejadme un mensaje, un comentario, con vuestra opinión. Me gustaría saber qué pensáis.

Y, por cierto, si queréis verme gordo, si queréis ver cómo he engordado en las últimas semanas, solo tenéis que ver el próximo vídeo que voy a publicar en YouTube este domingo próximo.

¿Vale? Venga, chicos, un saludo y hasta la próxima semana. ¡Hasta luego!