Este verano conocí a una estrella de la televisión y del cine en Italia: Vanessa Incontrada.

Parece que es una actriz muy famosa en Italia. Ella es de origen español, de Barcelona. Mis amigos italianos me han dicho que llegó a Italia, a Follonica, una ciudad pequeña de la Toscana, cuando tenía 16 o 17 años. Y allí se quedó. Iba al colegio como cualquier chica italiana del pueblo, hacia la compra en el mercado y paseaba por las mismas calles.

Algún tiempo después empezó a trabajar como modelo, después hizo publicidad, alguna serie de televisión… Luego comenzó a actuar en el cine y ha hecho, me han dicho, varias películas bastante buenas. En fin, aquella chica mona que llegó de España cuando era solo una adolescente es hoy una  estrella del cine y de la televisión italiana.

Mis amigos me han dicho que, a pesar de su éxito, Vanessa sigue viviendo en Follonica. Parece que es una mujer sencilla, a la que le sigue gustando la vida de la ciudad de provincias. De hecho, en Follonica, en plena Vía Roma, la calle principal de la ciudad, Vanessa Incontrada abrió hace unos años una tienda pequeña de ropa y complementos.

La tienda, claro, tiene un nombre español: Besitos.

A muchos italianos les gusta el idioma español. Dicen que les encanta el ritmo, la pronunciación, la música y el sonido de nuestra lengua. Curiosamente, esto mismo lo solemos decir los españoles del idioma italiano: a muchos españoles nos encanta el sonido y la pronunciación de las palabras en italiano. En España decimos que los italianos parece que cantan cuando hablan. Es curioso que los italianos piensen lo mismo del español.

Me imagino que Vanessa Incontrada sabe que para los italianos todo lo español suena exótico y por eso ha dado un nombre español a su tienda. “Besitos” suena, además, como algo pequeñito, muy dulce y cariñoso.

La tienda en Via Roma

Siempre que voy a Follonica mis amigos italianos me hablan de Vanessa. De cómo se ha hecho famosa, de cómo a pesar de su éxito sigue viviendo en la misma ciudad de provincias de siempre…

“Es española”, me decían siempre. Como si entre Vanessa y yo existiera algún tipo de conexión íntima por el hecho de ser los dos españoles.

“Tienes que hablar con ella en español”, me decían.”Es de España, ¿sabes?” Volvían a repetir.

Era agosto y Vanessa Incontrada estaba en Follonica. De hecho, estaba trabajando en su tienda, en Besitos. Atendía a los clientes, cambiaba la decoración del escaparate, cobraba, daba el cambio, respondia a las preguntas y se dejaba fotografiar por los fans que la llamaban: “¡Vanessa! ¡Vanessa!” Todo sin perder la sonrisa. Ella, la estrella del cine y de la televisión, trabajando de dependienta en su pequeña tienda de la pequeña ciudad de provincias.

¡Vanessa, una foto!

Me cae bien Vanessa, pero como no vivo en Italia, yo no la veo como un personaje famoso de la tele o del cine. Para los italianos, supongo que ver a Vanessa Incontrada por la calle es como si yo viera a Penélope Cruz. Para ellos es una estrella; para mí es solo una mujer muy guapa.

Una estrella de la tele

“Tienes que hablar con ella, en español. ¡Habla con ella! Es española, ¿sabes?”

Mis amigos seguían insistiendo.

Tenía que hablarle, decirle algo. En español.

¡Es Vanessa! ¡Vanessa Incontrada!

Era un sábado por la tarde del mes de agosto, después de cenar, cuando Vía Roma se llena de turistas que pasean con un helado en la mano. Pasamos por delante de la puerta de Besitos. Allí seguía Vanessa, entre bolsos de piel, pañuelos, camisetas, collares, pendientes…

“¡Vanessa, una foto! ¡Vanessa, una foto!” Le decía la gente.

Unas 50 personas la rodeaban y se turnaban para hacerse fotos al lado de la estrella.

Era mi oportunidad. Ahora o nunca. Yo soy muy tímido y no me atrevía. Además, para mí Vanessa Incotrada no era famosa, solo una mujer guapa…

“Háblale en español! ¡Dile algo!” Decían mis amigos.

No entendían cómo yo no estaba tan ilusionado como ellos al ver a Vanessa Incontrada, la estrella española de la televisión italiana.

“Hay que cosas que si las piensas, no las haces” pensé.

Y me acerqué hasta ella.

“¿Vanessa, puedo hacerme una foto contigo?” le dije. Ella se giró hacia mí,  sonrió sin decir nada y esperó pacientemente a que alguien tomara nuestra foto.

Después se giró hacia la derecha: alguien quería hacer una foto de Vanessa con una niña, después con un perro…

Yo seguí paseando. Me apetecía un helado. Vanessa se quedó allí, a la puerta de Besitos, dejándose fotografiar por los turistas.

“¿Qué te ha dicho? ¿Has hablado en español con ella?” Me preguntaron mis amigos. No se podían creer que finalmente lo había hecho. ¡Había hablado con Vanessa Incontrada! ¡En español!

Para mis amigos yo era un héroe.

Yo solo quería un helado de chocolate y nata…

Allí se quedó Vanessa